Hola preciosidades!!
Que duro se hace esto de poder conectarse poquito! El viaje a Conil fué genial! como os dije, estuvimos celebrando el cumpleaños de Alfonso en una casa que alquilamos. Hizo viento, frío y ciclogénesis digna de estudio meteorológico (aunque por estas tierras eso es normal). Sin embargo mis amigos -que no servidora, que es muy de secano- aprovecharon la piscinita como si no hubiera más verano. Increíble eso de levantarse con la tiritera y escucharlos a ellos gritar y pegar chapuzones desde el otro lado de la ventana. "Gente pa to", como diría mi abuela. Y así, entre una cosa y otra, imposible subir las fotos. Espero hacerlo en estos días, y de paso hacer la selección! 300 fotos nada menos! de locuras, tarta, barbacoa, empanadilla, tumbonas al sol y calas, muchas calas (casi vacías por el vendaval).
No obstante hoy se me ha ocurrido hacer una entrada un tanto diferente, ya que hace días que no suelto reflexiones de las mías. Y es que ayer, al final de la tarde mantuve una conversación con mi compañero de trabajo que me hizo reflexionar y reafirmarme más si cabe en mi forma de pensar o de plantarle cara a ciertos temas que a veces podrían motivarme a priori un poquito de infelicidad.
La cosa empezó con la siguiente pregunta: "Ro, tu crees en el Karma?". Yo inevitablemente me acordé de los libros de Paulo Coelho que tanto me gustan (y que tanto han influído en mi vida, como algunas advertiréis) , pero a continuación me acordé también de ciertos problemas de salud que hay en mi entorno, ciertas pérdidas de seres queridos, ciertas noticias que habría preferido no escuchar, y ciertas personas que sin merecerlo han llevado una vida muy desgraciada. Y yo casi sin pensarlo más, respondí "A veces".
Haciendo una síntesis (muy muy resumida) de la palabra karma en la wikipedia, una podría decir que eso del karma es algo así como determinar el íter de nuestra vida a partir de la energía positiva o negativa (buena o mala) que proyectan nuestras acciones. Vamos, que por esa regla de tres de la metafísica oriental, las buenas personas tendrán una existencia llena de gozos y satisfacciones, y las malas... arderán en el infierno!! (pero en vida), jojojo!
Eso da un poquito de miedo, la verdad, pero mirando a la realidad que nos rodea hoy en día, no creo que muchas personas hayan tenido algo que ver con la mala suerte de haber nacido en el "Cuerno de África", sufrir una enfermedad dolorosa e incurable, quedarse sin pensión del paro y varios hijos que alimentar, o padecer una existencia llena de acontecimientos casuales pero 100% desgraciados ( todos conocemos a muchas personas que siendo lo más admirable, han tenido una existencia muy desdichada, y personas que sin hacer lo mínimo para merecerlo, la vida les ha tratado con casi demasiada benevolencia). La vida es así por muy injusta que parezca.
No obstante sí que pienso que la actitud de uno condiciona totalmente el bienestar interior y por qué no, la felicidad. Ya lo dije una vez cuando Ana me hizo la entrevista en treintaytantos (un besito Ana!), pero me planteo por qué no compartir con vosotros que leéis a veces mis parrafadas de anécdotas que no van más allá, algunas de estas reflexiones que a mí me ayudan tanto en mi día a día. (y desde aquí aviso a navegantes: abstenerse aquellos a los que no os gustan mis parrafadas, auguro en los próximos días fotos a punta de pala, pero hoy, que para eso es mi blog, vamos a hablar de cuestiones más reflexivas).
Tengo que reconocer que hace unos años era una persona mucho más pesimista de lo que pueda ser ahora. Es más, hoy por hoy, y esperando no cambiar, me considero una persona positiva y feliz a rasgos generales, pero tengo que dar gracias de esa felicidad a todos aquellos aspectos negativos y malas noticias que he recibido a lo largo de mi vida. Cierto es que aún con todo, he sido una persona muy afortunada en mi vida, pero también es cierto que una pone de su parte en seguir siéndolo de modo permanente.
Mis mayores preocupaciones siempre fueron estudiar, hacía un mundo por cada exámen, hasta que descubrí que había más vida después de los estudios, eso sí, con bastantes buenas notas ;D También me preocupé a determinada edad mucho por mi aspecto físico, siempre me veía gordita y fea, hasta que descubrí que siendo honesta y respetuosa con una misma, la dieta, los caprichos calóricos y la salud también son compatibles, la fealdad y la belleza son cuestiones subjetivas e incluso compensables con el humor y el intelecto y aquello que nos aparta de los estereotipos nos hace seres diferentes, y quizá para otra persona puede suponer parte de nuestro encanto. También me preocupé por cómo caería a la gente de mi alrededor. Cuando eres la típica niña que cambia de colegio cada vez que tu padre cambia de destino, eso de hacer amigos rápidamente se hace importante a los 12. Y descubrí que afrontando los cambios con alegría y respetando mi propia personalidad (y mi acento de aquel entonces), los amigos de verdad vendrían solos (imposible -y deshonesto- ser amigo de todos). Me preocupé por los chicos, porque todas mis amigas tenían novio y yo siempre era la típica sujeta velas enfrascada en los estudios, hasta que tuve la suerte de darme cuenta de que lo importante es conocer a la persona adecuada en el momento adecuado, y los momentos de soledad también te permiten tomar consciencia de que eres capaz de ser feliz como ser individual e independiente. Ninguna de mis preocupaciones tempranas me hicieron alcanzar la felicidad en la adolescencia. Y pensar que quizá me había preocupado en vano me generaba más tristeza por mi ignorancia. Pero tuve que pasar por aquello para aprender.
Luego vinieron las enfermedades en casa. Tengo un hermano con problemas desde el nacimiento que llevan años tratando de diagnosticar. Mi madre tiene una enfermedad degenerativa en la visión. Y el cáncer, esa enfermedad que a todos nos ha tocado alguna vez en familiares o amigos, o incluso personalmente, ha estado y está en el entorno. Abrazar a mi abuelo durante horas hasta que llegó el momento de morir es quizá la experiencia que más me cuesta recordar ahora, por muchos años que hayan pasado, pero me reconforta saber que de algún modo las personas descansan tras la muerte y tuve la suerte de poderle transmitir sin palabras todo aquello que no me costaba decirle de pequeña pero que al hacerme mayor, dejé obviar por la vergüenza. A veces me paro a pensar en el por qué de las enfermedades, porque ninguna de las personas que sufren a mi alrededor merecen pasar por ningún padecimiento. Pero lo cierto es que la muerte y el dolor es un hecho objetivo por el que pasaremos todos, la enfermedad no discrimina entre buenas y malas personas, y buscar el por qué de un hecho tan natural y obvio como doloroso, es tarea inútil, por muy injusto que nos parezca cuando nos afecta personalmente.
Cuando terminé la carrera fuimos de viaje de estudios a la República Dominicana (efectivamente, muy típico en fin de carrera ;D ). Estuvimos en un complejo hotelero de mar, playa y caipirinha permanente, pero por un percance de una compañera, no pudimos marcharnos el día previsto, y eso me dió la oportunidad de salir fuera del hotel y fijarme más personalmente en algunas zonas deprimidas que no se ven en los packs turísticos, sin luz, sin alcantarillado y con esacasas condiciones que hoy consideraríamos imprescindibles, pero con personas alegres y hospitalarias siempre aún con escasas cosas físicas que ofrecer, y me di cuenta de que la felicidad no se traduce en cosas materiales y que normalmente es más generoso el que menos tiene.
Recuerdo haberme obsesionado mucho con ser funcionaria. Me dediqué al estudio de las oposiciones casi por completo. Pensé en la enfermedad de mi madre (que la va sobrellevando ahora que tiene juventud) y en qué sería de mi hermano cuando nadie pudiera cuidarle, y me obsesioné con la idea de encontrar un trabajo seguro. Sin embargo llegó la crisis a la Administración Pública, y ante la falta absoluta de plazas y posibilidades, me quedé totalmente descolocada. Pasé unos meses continuando religiosamente mis estudios con alguna esperanza. Cuando te imaginas la vida de una manera y conviertes ese objetivo en el centro de tu vida, te aferras de una forma a esa meta que te cuesta muchísimo cambiar y ver las alternativas. Pero salió la reforma de la abogacía y, aprovechando que tenía que ir a Cádiz, imprimí unos cuantos currículos y me pasé la mañana dando vueltas en los lugares que consideré oportunos. En casi todos me recogieron el currículum casi sin mirarme, en alguno incluso me pidieron que me marchara de regulares maneras porque no estaban interesados en nadie más, y casi cuando ya volvía a casa con el desánimo, entré en un despacho de mi especialidad por las oposiciones que busqué la noche anterior en google, me abrió la puerta quien es hoy mi jefe, me entrevistó de seguido, me presentó a algunos de quienes son hoy mis compañeros y amigos, y esa misma tarde me llamó para decirme que me quedaba como pasante. Una semana después se independizó una compañera y yo me quedé en su despacho, con una mesa a rebosar de trabajo, un oficio por aprender sobre la marcha y el miedo y la ilusión del principiante a flor de piel. (por cierto! mil gracias y millones de besos a Vico, Inma, Queca, Ana, Juanma, Virginia, Silvia, Dani, MªMar, Ernesto y resto de la EPJ (que me enrollo) por aceptarme desde el primer día y ayudarme en todas mis dudas tontas de novata -y tambien al Boss, aunque no me lea, porque me dió la oportunidad de cambiar mi vida cuando no sabía ya adónde ir)
Esto me hizo pensar que el camino o la felicidad de un@ no es el que un@ se imagina y elige desde el principio, sino aquel que le pone la vida por delante. Pero todas esas opciones, esfuerzos, sufrimientos, equivocaciones y aciertos son los que te hacen llegar hasta él, y saber reconocer y elegir el camino o nueva meta que está por venir.
Hace un año, como sabéis, murió repentinamente una de mis mejores amigas. Yo pasé semanas preguntándome por qué le habría ocurrido aquello a una persona tan joven, tan alegre y con tantas ilusiones por cumplir, sin embargo, esa misma enfermedad de la que ella murió la padece hoy un familiar, también joven, con hijos pequeños e igual de alegre y buena persona, pero que sí puede decir que está luchando contra ella. Eso te hace pensar que incluso se puede tener suerte en la peor de las enfermedades.
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Todas esas cosas que, como os digo, me generaron preocupaciones y desasosiegos ( y a veces lo siguen haciendo), dentro de la suerte que he tenido en mi existencia -que no es poca-, me han hecho darme cuenta de que, al margen de lo que con más o menos fortuna pueda sufrir en la vida, uno es dueño de su propia felicidad.
El "karma" para mí, es la actitud que uno tiene frente a los problemas. Para mí no es algo que condicione las venturas o desventuras, que como os digo, no discriminan entre buenas y malas personas y escapan en gran medida de nuestro control, pero sí es aquello que determinará si, a pesar de las desventuras, uno es capaz de echar el problema a la espalda, extraer lo positivo y, a pesar de todo, buscar un nuevo camino a la felicidad.
Si pudiera establecer unas reglas para conseguirlo, y sin ser yo psicóloga ni mucho menos, pero desde la experiencia de haber alcanzado la paz conmigo misma en la mayoría de mis momentos personales os diría:
- Sobre uno mismo-
1. Conócete a tí mismo:
(a veces es necesario apartarse medianamente de lo correcto, explorar y equivocarse, pero todo esto al fin y al cabo te lleva a donde estás y te aporta claridad de pensamiento)
2. Acepta lo bueno y lo malo;
(sé consciente de tus virtudes y utilízalas en beneficio propio- y ajeno-, y sé consciente de tus defectos y de lo que puedes mejorar respetándote a ti mismo, y valora si será bueno para tí y para las personas que te importan y te quieren, hacer el esfuerzo)
3. Escucha lo que otras personas opinan sin prejuicios y como si fueran lo más importante del mundo, agradece siempre lo bueno, y respecto a lo malo (nadie está obligado a comulgar contigo) toma lo que te haga mejorar respetando las reglas anteriores.
- Sobre los demás, y relacionado con lo anterior-
4. Normas básicas de la empatía (ponte en el lugar del otro, razona su forma de pensar y de actuar y respetale como persona igual de válida que tu, por mucho que diste de tu forma de ser o de pensar)
5. Pon limitaciones y discierne entre lo que te haga mejorar y ser feliz y lo que no. Lo que sólo te haga entristecer sin mejorar o aprender, deséchalo, no merece la pena invertir tu tiempo, que como sabemos, es limitado, en padecer más de lo necesario.
6. Aprende a decir "si " y "no" con convencimiento y defiéndelo sin miedo hasta que algún elemento racional (evento, persona o cosa) te haga cambiar de idea. No hay ninguna regla que obligue a respetar 100% las decisiones que nos imponemos en un determinado momento de nuestra vida. Lo que hoy te parece blanco, puede que mañana sea diferente.
- Sobre lo que nos rodea-
7. Cuida lo que tienes, disfrútalo y siéntete agradecido (y si puedes superar la vergüenza, manifiéstalo con humildad).
8. Aprende a perder y a aceptar lo malo, sea justo o injusto, las cosas a veces suceden sin explicación por mucho que nos esforcemos, pero igualmente nos hacen aprender, fortalecernos y nos llevan a lo que somos.
9. Equivocate las veces necesarias hasta que aprendas la lección, y una vez aprendida, equivocate lo necesario para volver a aprender una nueva lección en caso de cambio.
10. (relacionado con lo anterior) La vida está sujeta a variaciones de las que no somos dueños. Por lo tanto, aprende a vivir con el cambio.
11. Aprende a discernir lo importante de lo menos importante, establece prioridades y cambia el orden tantas veces como, según el momento, sea necesario.
12. Intenta buscar momentos de felicidad en lo cotidiano, una vez lo consigas, pasa a lo menos cotidiano, y de ahí búscala también en los momentos que consideres menos propicios. Cada inconveniente y cada puerta que se cierra es una nueva oportunidad y merece tomarla con ilusión.
Y sobretodo, quiérete, quiérete a tí mismo, y respeta siempre a los que están a tu alrededor. Cuando uno aprende a superar las diferencias y se acepta a sí mismo valorando las críticas en su justa importancia, todo lo anterior es mucho más fácil. Perdónatelo todo, y date las oportunidades que sean necesarias para volver a empezar y sonríe siempre que puedas. El hábito no hace al monje, pero en el otro sentido, la repetición ayuda ;D
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Pues nada chic@s! Creo que este ha sido mi post más ladrillazo, en el que más os he contado sobre mi vida personal, y más consejos doy sin ser yo entendida, psicóloga, terapeuta ni ministra de Dios, jajaja! Creo que a todas estas conclusiones podéis llegar cada uno de vosotros en vuestra vida, pero sí que es verdad que a veces me escribís emails contándome cuestiones personales y problemas que yo veo que, en comparación con los míos, son bastante más graves, y la verdad es que yo suelo responder con un ladrillazo por el estilo, jaja! porque es lo que a mí me funciona con estas cosas (como os digo, con ayuda de los libros, de escribir todo lo que me ocurre y valorándome desde fuera, como hago aquí en el blog); y me sorprende que podáis confiar en mí, conociéndo tan sólo lo que pueda dejar por aqui escrito -que en su mayoría son tonterías- como para contarme ciertos problemas. Yo me siento enormemente agradecida por ello, y cuando ayer mi compañero (hola Vico!!) me preguntó por el Karma, y estuvimos discutiendo largo y tendido sobre el tema, reordené un poco todas esas ideas dentro de mi misma y pensé que quizá a alguien pudiera servirle igual que me sirven a mí, aunque tenga que recordármelas cada dos por tres, jaja.
No os entretengo más, pero daros las gracias por leeros el mamotreto a los que hayáis llegado hasta aquí, jaja! Si cuando yo digo que tenéis el cielo ganado va a ser verdad, jajaja!
Os mando un besito enorme!! y ya sabéis: karma!! (pero, como yo le digo a mi compañero "karma" con acento de Cádiz, osease, calma, tranquilidad, y lo demás vendrá solo! )
Un muuuuack para tod@s!! y gracias por esta ahí!